[…] se fueron cantando ésa fue fue su primera aventura qué charada liberacionistas y a los cinco años ya todos eran comunistas el Patojo hasta lo mataron pobre el Patojo si yo hubiera tenido huevos me hubiera ido con ellos no que aquí bien jodido aguantando todavía a desmóder el Chucha exiliado en México y el Bolo nunca más regresó vive en París como será París el cura también se fue a la droga no aguantó Guate este país lo acaba a uno no hay nimier que hacer no hay parques ni buenas películas la censura no se deja nada sólo el chingo de cantinas es una ciudad de cantinas y de iglesias […]
Yo fui al baño, mientras orinaba empecé a darme cuenta, me estaba atando. Me estabas atando y tenía que soltarme. No había llegado a Cuba para quedarme, para atarme otra vez. Había huido de mi madre, del cariño insoportable de mi madre. Había soltado las amarras y no podía volver a anclar. Tenía que ser libre. Tú representabas hijos, hogar, casa, familia, sueldo fijo, revolución hecha, condimentada, entregada en boca. Eso no era lo que quería para mí. Tenía que escoger. Tenía que irme lo más pronto posible o quedarme para siempre. Eras muy estable para mí. Mientras me sacudía el miembro lo decidí. El encargado del Partido también pensaba como tú, quería meterme a una escuela de cuadros para graduarme de marxista, qué absurdo.
“Te pintaste como un hombre normal, y en cambio eres un tipo complejo, complicado. Buscas sabe Dios que cosa y no la encuentras, no la encontrarás jamás. Te buscas a ti mismo y cuando te encuentras seguramente te da horror conocerte a fondo, porque no eres un hombre de paz, de amores estables, de vida tranquila y sin complicaciones psicológicas. Por eso vives huyendo.”
Te dije que nos dejaras tranquilos. Cuando nos despiertan nos enojan y entonces agredimos. Todo está bien en tanto no corroe, pero nosotros somos como el óxido, destruimos. Mejor nos hubieras botado en el Sena o en Saint Michel o en Praga, pero te emperraste en guardarnos para tu deleite, para tu masoquismo inútil. El pasado es el pasado, ya se lo dijiste una vez a ella, cuando estaban parados en el Malecón y la quisiste conservar porque no soportaste que fuera ella quien se diera cuenta primero que todo era inútil. Tu narcisismo, tu maldita vanidad lo embrolló todo. Ahora aguántate. Le dijiste que su pasado la iba a destruir eternamente y los papeles se cambiaron. Tú no tienes ahora futuro, ni presente, ni pasado, eres un tonel lleno de palabras, de imágenes que no podrás borrar nunca, que te perseguirán siempre. Tú lo quisiste así, siempre te has empeñado en oír, en sentir las emociones de los otros para guardarlas como trofeos, como coleccionista de baratijas. Eso fue lo que ella te metió en el maletín para que el círculo fuera completo, baratijas.
"Bolo de Tilichera:
Ya tenés seis años de andar haciéndote la bestia hippie. Ya es hora de que te pongás claro. Vení morite echando verga o morite en un buen patín de demerol, pero dejá de chingar con esas cartas lloronazas que nos hacés la campaña de mandar. Como si aquí estuvieramos en un lecho de rosas, como dijo aquel indio cerote mexicano. Shumo y poeta. Aquí hay muerte a carretadas. Ahora esa mierdda se da en matas, como el chichicaste o como la ruda. De los compas ya quedamos muy pocos. Mataron a Efi. Le quebraron el culo el siete de septiembre del año pasado. Como no había compuesto tus pedazos no te había contado. La cosa está color de hormiga. Andamos a salto de mata, en estampida. En cualquier momento nos dan candela. El rompimiento se produjo al fin, las FAR y el Partido se echaron verga, todo se hizo una bola de mierda. Los más culpables son esos viejos cerotes de la dirección del Partido, pues al principio dejaron que los patojos chingamuzas les bailaran las pelotas en la cara y no hincharon los huevos agarrando la mashinga. Esperaron a que todos los cuates chingones se murieran para seguir partiendo el pastel. Cuando vieron que la cosa estaba jodida dieron el vergazo para seguir administrando su agencia de viajes. Todo el mundo se está yendo a la mierda. La consigna general es sálvese el que pueda. Así que ‘olvídate mi viejo’, como dice Capulina. Tú tranquilo, machete en tu vaina. ¿Qué son esas chingaderas de estar planeando regresar para reincorporarte? ¿Qué vas a venir a hacer? ¿A que te den negra? Mejor hacé cogezones de madrileñas blancotas y hediondas, dejá sembrada semilla de la topada en ese continente viejo y hecho mierda y dejá ya de somatarte el pecho. Esa onda no es así. Esta nota no es religión ni chingadera ninguna. Yo de aquí no voy a salir si no es con las patas padelante. No les voy a dar gusto a esos gringos hijos de puta de que me agarren vivo para que después me deshagan los coyoles a vergazos. Así que ésta puede ser la última que te escribo (parezco el marido de Ufemia, el de la rancherada mexicana cuando recibas esta carta sin razón). Pero así es la bola y ya escogí mi vida y mi muerte. No me hago bolas con la nota esa. Estoy claro. Desde que nos ensartamos en esta movidic ya no me hago ningún problema. Ni estoy chingado a nadie por sus vacilaciones. Vos nunca estuviste claro, siempre te lo dije. Así que olvidate del asunto, ya no le hagás cráneo a esta nota y agarrá tu propia onda. Escribí y dejate de babosadas y dar facha de revolucionario. Vos solamente sos escritor, el mico de la selva como dice el Popol Vuh. Dejá de dar espejo de otra cosa. Dejanos a nosotros los vergazos, la muerte violenta y las chingamuzas. Vos morite de viejo, de cirrosis crónica, bolote de tilichera, cerote, soñador empedernido. La revolución no es un sueño, sabelo, entendelo de una vez, metételo en en la cabezota pelona que debés tener ahora, hacele coco de una vez por todas. La revolución son vergazos y muerte, no carbúrex ni palabras. Sólo el ue está convencido de esa movida puede estar claro en la onda. Vos no. Sabelo dialtiro, deunavez. Si sos chingón chingón terminá la novela que decís que estás escribiendo. Ai cuando nosotros terminemos la revolución te mandamos a llamar, ¿oíste? Te paso al costo el dato que Chucha Flaca se juyó, se fue de juida, se bailón con el pisto de su Sección y exiló a México. La organización lo condenó a muerte por desfalco y deserción. Te lo cuento para que veas que no todos son de a huevo a la hora de rajar ocote que la cosa no es de soplar y hacer botellas. Así que pies de plomo, pisado. Viajá, pisá, chupá, tirá tu conciencia a la mierda, que aquí estamos nosotros muriéndonos para que vos podás escribir, para que todos aprendan a escribir y a comer bien, y a tener casa y trabajo y estar alegres, sin miedo. Quedá con Dios que no hay, así que quedate solo pero contento y pachangero como siempre,
LOS COMPAS"
La Gran Gallina (the great chicken): La pechuga ya la tiene durísima. Está muy vieja. Por eso decidieron no matarla, su carne ya no serviría. Entonces ella se puso a estudiar como loca y se recibió de abogado. Dejó todo lo que tenía y se fue a pontificar a un gallinero extraño. Al cabo de los años se dio cuenta que se podía dar cuento y ya no dejó de hablar. Ahora tiene cara de mexicano como todos los mexicanos. Le dice a uno quiubo cuate. Pero en el fondo es una gallina india, de Cuilapa. Lo único que no olvida todas las noches después de hablar y hablar todo el día, es comer sus tortillites y sus frijolites. Después se encierra a leer para poder seguir hablando. No entiende ni mierda, pero ahí está ella habla y habla y lee y lee. Los sábados toma ron Castillo. Sólo de éste porque otro le hace mal. Y como no le gusta el uisqui porque se le raja la lengua y en Altillo Universidad no hay Indita, entonces le entra al Ron Castillo con la Guaca. Los dos pajarotes hablan y hablan ya borrachotes. La Grit Chiquen no hay modo que afloje la lana, a veces saca su pañuelo y de un nudo dice pongo un peso y después se pon la gran verga. Cuando está solo entonces asincera, le da mucha nostalgia su gallinero y pone Luna de Xelajú, se viste de indio, se pone un pañuelo en la cabeza y se pone a bailar el son. Después fondea.
La gente pasando, cantando, brincando y los bongós chinga chingando. Empecé a abrirme paso hacia el comedor. Estaba a unos cincuenta pasos, pero quería huevos llegar. Empecé a empujar /oiga, déme permiso, por favor/ Siempre el por favor, nosotros debemos haber nacido serviles. Desde que llegué me di cuenta que aquí nadie nos oye, nadie se da cuenta de nuestra presencia, nadie nos nota. Hablamos quedito y con cuidado, con miedo, nuestros ojos están llenos de pavor. Cuando llegamos al hotel comencé a notarlo. Mientras dábamos vuelta por toda La Habana y el guía hablaba con voz monótona, nadie dijo nada, todo el mundo callado, apendejado, atontado, mirujeando, choteando, volando lente, con la baba caída, cuando pasamos por el Foxa la viejita campesina que iba en el mismo carro por poco deja la dentadura postiza tirada en media calle; así que nadie habló.
[…] se fueron cantando ésa fue fue su primera aventura qué charada liberacionistas y a los cinco años ya todos eran comunistas el Patojo hasta lo mataron pobre el Patojo si yo hubiera tenido huevos me hubiera ido con ellos no que aquí bien jodido aguantando todavía a desmóder el Chucha exiliado en México y el Bolo nunca más regresó vive en París como será París el cura también se fue a la droga no aguantó Guate este país lo acaba a uno no hay nimier que hacer no hay parques ni buenas películas la censura no se deja nada sólo el chingo de cantinas es una ciudad de cantinas y de iglesias […]
Yo fui al baño, mientras orinaba empecé a darme cuenta, me estaba atando. Me estabas atando y tenía que soltarme. No había llegado a Cuba para quedarme, para atarme otra vez. Había huido de mi madre, del cariño insoportable de mi madre. Había soltado las amarras y no podía volver a anclar. Tenía que ser libre. Tú representabas hijos, hogar, casa, familia, sueldo fijo, revolución hecha, condimentada, entregada en boca. Eso no era lo que quería para mí. Tenía que escoger. Tenía que irme lo más pronto posible o quedarme para siempre. Eras muy estable para mí. Mientras me sacudía el miembro lo decidí. El encargado del Partido también pensaba como tú, quería meterme a una escuela de cuadros para graduarme de marxista, qué absurdo.
“Te pintaste como un hombre normal, y en cambio eres un tipo complejo, complicado. Buscas sabe Dios que cosa y no la encuentras, no la encontrarás jamás. Te buscas a ti mismo y cuando te encuentras seguramente te da horror conocerte a fondo, porque no eres un hombre de paz, de amores estables, de vida tranquila y sin complicaciones psicológicas. Por eso vives huyendo.”
Te dije que nos dejaras tranquilos. Cuando nos despiertan nos enojan y entonces agredimos. Todo está bien en tanto no corroe, pero nosotros somos como el óxido, destruimos. Mejor nos hubieras botado en el Sena o en Saint Michel o en Praga, pero te emperraste en guardarnos para tu deleite, para tu masoquismo inútil. El pasado es el pasado, ya se lo dijiste una vez a ella, cuando estaban parados en el Malecón y la quisiste conservar porque no soportaste que fuera ella quien se diera cuenta primero que todo era inútil. Tu narcisismo, tu maldita vanidad lo embrolló todo. Ahora aguántate. Le dijiste que su pasado la iba a destruir eternamente y los papeles se cambiaron. Tú no tienes ahora futuro, ni presente, ni pasado, eres un tonel lleno de palabras, de imágenes que no podrás borrar nunca, que te perseguirán siempre. Tú lo quisiste así, siempre te has empeñado en oír, en sentir las emociones de los otros para guardarlas como trofeos, como coleccionista de baratijas. Eso fue lo que ella te metió en el maletín para que el círculo fuera completo, baratijas.
"Bolo de Tilichera:
Ya tenés seis años de andar haciéndote la bestia hippie. Ya es hora de que te pongás claro. Vení morite echando verga o morite en un buen patín de demerol, pero dejá de chingar con esas cartas lloronazas que nos hacés la campaña de mandar. Como si aquí estuvieramos en un lecho de rosas, como dijo aquel indio cerote mexicano. Shumo y poeta. Aquí hay muerte a carretadas. Ahora esa mierdda se da en matas, como el chichicaste o como la ruda. De los compas ya quedamos muy pocos. Mataron a Efi. Le quebraron el culo el siete de septiembre del año pasado. Como no había compuesto tus pedazos no te había contado. La cosa está color de hormiga. Andamos a salto de mata, en estampida. En cualquier momento nos dan candela. El rompimiento se produjo al fin, las FAR y el Partido se echaron verga, todo se hizo una bola de mierda. Los más culpables son esos viejos cerotes de la dirección del Partido, pues al principio dejaron que los patojos chingamuzas les bailaran las pelotas en la cara y no hincharon los huevos agarrando la mashinga. Esperaron a que todos los cuates chingones se murieran para seguir partiendo el pastel. Cuando vieron que la cosa estaba jodida dieron el vergazo para seguir administrando su agencia de viajes. Todo el mundo se está yendo a la mierda. La consigna general es sálvese el que pueda. Así que ‘olvídate mi viejo’, como dice Capulina. Tú tranquilo, machete en tu vaina. ¿Qué son esas chingaderas de estar planeando regresar para reincorporarte? ¿Qué vas a venir a hacer? ¿A que te den negra? Mejor hacé cogezones de madrileñas blancotas y hediondas, dejá sembrada semilla de la topada en ese continente viejo y hecho mierda y dejá ya de somatarte el pecho. Esa onda no es así. Esta nota no es religión ni chingadera ninguna. Yo de aquí no voy a salir si no es con las patas padelante. No les voy a dar gusto a esos gringos hijos de puta de que me agarren vivo para que después me deshagan los coyoles a vergazos. Así que ésta puede ser la última que te escribo (parezco el marido de Ufemia, el de la rancherada mexicana cuando recibas esta carta sin razón). Pero así es la bola y ya escogí mi vida y mi muerte. No me hago bolas con la nota esa. Estoy claro. Desde que nos ensartamos en esta movidic ya no me hago ningún problema. Ni estoy chingado a nadie por sus vacilaciones. Vos nunca estuviste claro, siempre te lo dije. Así que olvidate del asunto, ya no le hagás cráneo a esta nota y agarrá tu propia onda. Escribí y dejate de babosadas y dar facha de revolucionario. Vos solamente sos escritor, el mico de la selva como dice el Popol Vuh. Dejá de dar espejo de otra cosa. Dejanos a nosotros los vergazos, la muerte violenta y las chingamuzas. Vos morite de viejo, de cirrosis crónica, bolote de tilichera, cerote, soñador empedernido. La revolución no es un sueño, sabelo, entendelo de una vez, metételo en en la cabezota pelona que debés tener ahora, hacele coco de una vez por todas. La revolución son vergazos y muerte, no carbúrex ni palabras. Sólo el ue está convencido de esa movida puede estar claro en la onda. Vos no. Sabelo dialtiro, deunavez. Si sos chingón chingón terminá la novela que decís que estás escribiendo. Ai cuando nosotros terminemos la revolución te mandamos a llamar, ¿oíste? Te paso al costo el dato que Chucha Flaca se juyó, se fue de juida, se bailón con el pisto de su Sección y exiló a México. La organización lo condenó a muerte por desfalco y deserción. Te lo cuento para que veas que no todos son de a huevo a la hora de rajar ocote que la cosa no es de soplar y hacer botellas. Así que pies de plomo, pisado. Viajá, pisá, chupá, tirá tu conciencia a la mierda, que aquí estamos nosotros muriéndonos para que vos podás escribir, para que todos aprendan a escribir y a comer bien, y a tener casa y trabajo y estar alegres, sin miedo. Quedá con Dios que no hay, así que quedate solo pero contento y pachangero como siempre,
LOS COMPAS"
La Gran Gallina (the great chicken): La pechuga ya la tiene durísima. Está muy vieja. Por eso decidieron no matarla, su carne ya no serviría. Entonces ella se puso a estudiar como loca y se recibió de abogado. Dejó todo lo que tenía y se fue a pontificar a un gallinero extraño. Al cabo de los años se dio cuenta que se podía dar cuento y ya no dejó de hablar. Ahora tiene cara de mexicano como todos los mexicanos. Le dice a uno quiubo cuate. Pero en el fondo es una gallina india, de Cuilapa. Lo único que no olvida todas las noches después de hablar y hablar todo el día, es comer sus tortillites y sus frijolites. Después se encierra a leer para poder seguir hablando. No entiende ni mierda, pero ahí está ella habla y habla y lee y lee. Los sábados toma ron Castillo. Sólo de éste porque otro le hace mal. Y como no le gusta el uisqui porque se le raja la lengua y en Altillo Universidad no hay Indita, entonces le entra al Ron Castillo con la Guaca. Los dos pajarotes hablan y hablan ya borrachotes. La Grit Chiquen no hay modo que afloje la lana, a veces saca su pañuelo y de un nudo dice pongo un peso y después se pon la gran verga. Cuando está solo entonces asincera, le da mucha nostalgia su gallinero y pone Luna de Xelajú, se viste de indio, se pone un pañuelo en la cabeza y se pone a bailar el son. Después fondea.
La gente pasando, cantando, brincando y los bongós chinga chingando. Empecé a abrirme paso hacia el comedor. Estaba a unos cincuenta pasos, pero quería huevos llegar. Empecé a empujar /oiga, déme permiso, por favor/ Siempre el por favor, nosotros debemos haber nacido serviles. Desde que llegué me di cuenta que aquí nadie nos oye, nadie se da cuenta de nuestra presencia, nadie nos nota. Hablamos quedito y con cuidado, con miedo, nuestros ojos están llenos de pavor. Cuando llegamos al hotel comencé a notarlo. Mientras dábamos vuelta por toda La Habana y el guía hablaba con voz monótona, nadie dijo nada, todo el mundo callado, apendejado, atontado, mirujeando, choteando, volando lente, con la baba caída, cuando pasamos por el Foxa la viejita campesina que iba en el mismo carro por poco deja la dentadura postiza tirada en media calle; así que nadie habló.